¿Cuál es la sucesión natural de un ecosistema natural cualquiera? En el caso que no intervenga la mano humana, cuando se deja un terreno baldío. Pues depende de muchos factores:
. Del clima donde esté ubicado el terreno.
. Del tipo de suelo, textura, pH, estructura, nivel de evolución o estado de degradación...
. Del banco de semillas existente en el suelo, es decir, las semillas que estaban esperando las condiciones idóneas para germinar.
. De la variedad o madurez de los ecosistemas colindantes, o cercanos y de la capacidad de sus semillas para colonizar terrenos baldíos.
...
Todos estos, y muchos otros factores, entre los que se halla el tiempo, determinan la evolución de la vegetación hacia una etapa climax. Comienzan las especies colonizadoras pioneras, que suelen ser especies anuales, gramíneas, muchas veces nitrófilas, esto es que compiten muy bien en suelos donde hay abundancia de nitrógeno y otros nutrienes básicos, como son los terrenos de cultivo abandonados, claros en los bosques, áreas incendiadas, etc. A medida que la disponibilidad de estos nutrientes básicos es menor, consiguen introducirse (siempre que sean capaces de llegar) especies perennes, con menores requerimientos alimenticios y mayor capacidad de almacenamiento y de abastecimiento de agua y nutrientes. Poseen sistemas de raíces capaces de llegar a capas más profundas. Son los pequeños arbustos o matas leñosas, como las plantas aromáticas, algunas leguminosas, etc.
En no pocas ocasiones esta es la última etapa, al menos en los periodos de tiempo que manejan los estudios ecológicos, que si bien nos pueden parecer largos desde la óptica antrópica, son minúsculos desde un punto de vista general.
La última etapa porque en muchos casos, la cantidad de agua disponible, los límites marcados por las temperaturas y la disponibilidad de fuentes de semillas no permiten que se desarrollen especies de mayor porte, como grandes arbustos, matorral y especies arbóreas.
¿Es descabellado proponer un jardín que siguiese un orden natural? Según desde que punto de vista sí puede serlo.
Desde la óptica de alguien que se ha gastado muchos euros en que su parcela quede ordenada, espectacular, en su clímax,…, puede ser inconcebible esperar todavía más de lo que puedan tardar en crecer los árboles y arbustos plantados. Si además cada vez que vienen los jardineros la cartera se pone a temblar, y hay otras prioridades donde ubicar el grueso de los ingresos mensuales, cuanto antes acaben y menos vengan ¡mejor!
Pero este es un punto de vista muy general, hay muchos puntos de vista. En realidad tantos como personas.
Una manera de introducir desde un principio nuestra parcela baldía en el ciclo natural sería precisamente dejándola seguir su orden sucesional natural, y esperar, observar.
¿Qué ocurre? En una parte de la parcela abundan las llamadas malas hierbas (desde una perspectiva menos antropocéntrica las llamaremos especies colonizadoras). Ofrece un aspecto descuidado, abandonado (tengamos en cuenta que esta sensación es producida por la asociación de ideas entre los descampados y los campos de cultivo abandonados, con este tipo de vegetación, pues en ocasiones veremos las mismas especies a campo abierto, en el monte y no dudaremos en elogiar el paisaje que crean). Pero en primavera todo reverdece y despuntan multitud de florecillas e insectos que nos introducen fervientemente en la estación. Sin embargo en otra zona de nuestra parcela el suelo está muy degradado y apenas crecen hierbas. Quizás sea el momento y el lugar de añadir semillas de esas especies que hemos visto en el monte o en un jardín y tanto nos ha gustado. A ver que pasa. El coste económico de las semillas es escaso, o nulo. Pero el mal llamado coste temporal (el tiempo no tiene precio excepto en las operaciones mercantiles) a veces se convierte en el más importante, y pesa dedicarle tiempo a las laboriosas operaciones de búsqueda, extracción, conservación de las semillas. Frente a esto sólo hay voluntad y motivación, sin ellas mejor renunciar. Necesitamos una imagen mental de nosotros mismos en nuestro nuevo jardín, que nos dirija hacia él. Necesitamos el tiempo que se pueda tardar en conseguirlo.
Las plantas cuyas semillas han germinado en el propio jardín vivirán siempre con ventajas sobre las introducidas desde plantón o maceta, siempre que las condiciones les sean propicias, pues gozarán de una mejor adaptación al medio y de un desarrollo completo de su sistema de raíces. Esto conlleva en muchos casos un aumento del valor estético del jardín y una disminución de los costes sanitarios.
Puede pasar mucho tiempo, hasta que consigamos ver lo que llevamos en mente realizar, y la frustración puede echarnos atrás, pero conseguir algo por pequeño que sea, puede ser muy gratificante, porque probablemente en nuestro interior habrá aparecido una ética constructiva.
Un jardín dinámico, que unas veces aparece menos vistoso que otras, es un jardín vivo. En ocasiones el jardín más vistoso, más alegre para nuestros sentidos, de formas más equilibradas, puede resultar en el fondo el menos vivo, el que más problemas conlleve, y el que más problemas provoque en el futuro. Amén de resultar casi siempre costosísimo mantener las plantas en esa especie de limbo innatural.
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