20 de diciembre de 2007

UN JARDÍN NATURAL

Hace un par de días me pasé por el jardín de una señora mayor, el cual mantengo, y volví a casa con una sensación de derrota.

Se trata de un jardín pequeñito, no sumará en total más de 50 o 60 m², y está enclavado entre multitud de pinos y otros árboles de gran porte por lo que permanece umbrío la mayor parte del tiempo. Cuando lo tomé estaba en un estado de abandono evidente, pero fue conectar el riego, y comenzó a revivir.

Yo personalmente, siento predilección por los jardines en los cuales se manifiesta la intensidad vegetal en todo su esplendor; tonalidades variadas, juego de volúmenes, pero con una tendencia a la invasión del espacio construido. Como si el verde quisiera reclamar el espacio que le corresponde por naturaleza. Eso se traduce en plantas generalmente vistosas, de volumenes amplios, que llenan los espacios totalmente y se muestran en todo su esplendor la mayor parte del año: acantos, don pedros, margaritas,... y un largo etcétera.

Hay un césped de dichondra de 20 o 30 m², que ocupa la mayor parte de la superficie del jardín (lo que a mi entender no tiene mucho sentido, dado el reducido espacio de que disponemos), que se muestra en un aspecto lamentable la mayor parte del año.

Y hay una zona encarada al sur, con un limonero, una 'cyca' y un suelo muy compactado y calizo. Es una zona que la señora declaró desde el principio 'perdida', y se mostraba inclinada a sellarla con una grava, pero luego decidió que un carpobrotus cubriese el espacio entre el árbol y el sagú. Sin embargo durante el largo periodo que tardaba en decidirse, yo le coloqué unas plantas que me sobraban: unas lavandas dentadas, romeros y lavandas de hoja ancha, algún lirio, juniperus horizontalis , y también lancé a voleo unas semillas de caléndula que para muy grata sorpresa mía (teniendo en cuenta el suleo que hay) ya están creciendo. Al principio y en el primer verano despues de plantar, las nuevas plantas parecían marchitas, pero tras las copiosas lluvias de estos últimos meses las plantas no sólo han reverdecido sino que han crecido y comienzan a llenar el espacio de suelo desnudo que antes había. Además multitud de hierbas de la familia de las gramíneas, nacen por todos lados, tapando el suelo, protegiendolo y nutriéndolo de manera adecuada y gratuita.

Pues bien, en mi última visita, la propietaria me quiso transmitir, que aquello era un baldío, que no emplease más tiempo en ello, que quería cubrirlo todo de 'aptemia', y por lo tanto debería empezar a arrancar todo lo que había (a excepción, menos mal de los árboles). Además debería cavar alrededor de los árboles y formar los alcorques de tierra desnuda.

Mis preguntas son; ¿desde que punto de vista es más agradable la monotonía, que la variedad? ¿y como se ve más bonito un suelo desnudo y removido, que uno lleno de vegetación, sea cuál sea esta?

Para bien o para mal me se de sobras las respuestas. De ellas deduzco que hay ideas, o prejuicios muy arraigados en las personas, que deciden, sin permitir a la persona realizarse ninguna pregunta y absteniéndose de la propia experiencia, que es lo que les gusta y lo que no. Tienen una idea de lo que debería ser un jardín, probablemente teniendo en cuenta los gustos y formas de otras personas, además de sus juicios de valor: 'que pensarán los vecinos si ven esto así, tan descuidado..'

En fin, para gustos los colores, podría ser una adecuada frase para esta situación. Sin embargo, a mi me toca en lo más profundo por el simple hecho de que no estamos tratando con cuadros, estátuas ni ladrillos caravista, sino con seres vivos, con unas necesidades equiparables a las nuestras hasta un nivel tal, que pocas personas pueden llegar a conocer.

2 comentarios:

Astrid dijo...

Solo se me ocurre que cuando arranques esas plantas las trasplantes a otro sitio, aunque esto es mucho más laborioso quizás te haga sentir mejor.

David dijo...

Posiblemente sea lo que haga. Gracias de todo corazón.