20 de diciembre de 2007

EXPERIENCIAS EN MI SER

EL GENERAL

Busca el conflicto.

Pide exigiendo.

Se manifiesta imperativo.

Necesita.

Intriga, calcula, actúa esperando un beneficio que le ayude a gobernar y a perdurar.

Discrimina entre bien y mal. Exige justicia, pero siempre a su favor.

Se puede valer del Rey para lograr sus propósitos pero no lo puede gobernar.

Las personas que están siendo gobernadas por el General muestran un rostro adusto, duro. Sus cuerpos están tensos, contraídos. Enferman.

No está seguro de sí mismo, provoca el cierre de los canales vitales, para evitar ser enmudecido por la voz del Rey.

Quiere que todo, absolutamente todo, gire a su alrededor.

Da sólo si ha calculado un beneficio recíproco.

Utiliza la lógica, la razón para moverse y para gobernar.

También se vale del dolor, de la ilusión, de la proyección, del futuro y del pasado.

Está en la vida para permanecer, para poseer, la sóla idea de dejar esta vida le atormenta porque sabe que no continuará más allá.

Se oculta, no quiere mostrarse tal como es.

Tiene prisa, pues la vida es corta.

Lo importante es la meta, no importa el camino tomado.

Duda, acumula miedos y temores.

Se distrae fácilmente.

Él es lo más importante.


EL REY

No exige.

Vive en el presente.

Da sin esperar una recompensa.

No discrimina entre bien y mal, solamente está viviendo una experiencia.

Está en la vida de paso, sabe que algo le espera después.

Si se manifiesta en la persona, gobierna al General, pero no por imposición, sino porque lo ha trascendido y éste acepta gustoso ser gobernado por su Rey.

Vive para ser uno con todo.

No se manifiesta en la lógica y la razón. No se mueve a consecuencia de éstas.

Las personas que están siendo gobernadas por él, muestran un rostro afable, relajado. Sus cuerpos están distendidos, sanos.

Siempre está seguro de sí mismo, lo que provoca la reacción violenta del general.

No conoce el miedo.

Lo importante es el camino.

Está atento y centrado, pero no a un sólo punto, sino a todo en general.

El tiempo no tiene sentido para el, tan sólo el ahora, por eso no piensa, actúa.

No posee nada.

Todo es lo más importante para él.



Nadie en esta vida es tan sólo un general o un rey. Todos somos un ser completo, pero a todos se nos manifiestan ambos en mayor o menor medida.

UN JARDÍN NATURAL

Hace un par de días me pasé por el jardín de una señora mayor, el cual mantengo, y volví a casa con una sensación de derrota.

Se trata de un jardín pequeñito, no sumará en total más de 50 o 60 m², y está enclavado entre multitud de pinos y otros árboles de gran porte por lo que permanece umbrío la mayor parte del tiempo. Cuando lo tomé estaba en un estado de abandono evidente, pero fue conectar el riego, y comenzó a revivir.

Yo personalmente, siento predilección por los jardines en los cuales se manifiesta la intensidad vegetal en todo su esplendor; tonalidades variadas, juego de volúmenes, pero con una tendencia a la invasión del espacio construido. Como si el verde quisiera reclamar el espacio que le corresponde por naturaleza. Eso se traduce en plantas generalmente vistosas, de volumenes amplios, que llenan los espacios totalmente y se muestran en todo su esplendor la mayor parte del año: acantos, don pedros, margaritas,... y un largo etcétera.

Hay un césped de dichondra de 20 o 30 m², que ocupa la mayor parte de la superficie del jardín (lo que a mi entender no tiene mucho sentido, dado el reducido espacio de que disponemos), que se muestra en un aspecto lamentable la mayor parte del año.

Y hay una zona encarada al sur, con un limonero, una 'cyca' y un suelo muy compactado y calizo. Es una zona que la señora declaró desde el principio 'perdida', y se mostraba inclinada a sellarla con una grava, pero luego decidió que un carpobrotus cubriese el espacio entre el árbol y el sagú. Sin embargo durante el largo periodo que tardaba en decidirse, yo le coloqué unas plantas que me sobraban: unas lavandas dentadas, romeros y lavandas de hoja ancha, algún lirio, juniperus horizontalis , y también lancé a voleo unas semillas de caléndula que para muy grata sorpresa mía (teniendo en cuenta el suleo que hay) ya están creciendo. Al principio y en el primer verano despues de plantar, las nuevas plantas parecían marchitas, pero tras las copiosas lluvias de estos últimos meses las plantas no sólo han reverdecido sino que han crecido y comienzan a llenar el espacio de suelo desnudo que antes había. Además multitud de hierbas de la familia de las gramíneas, nacen por todos lados, tapando el suelo, protegiendolo y nutriéndolo de manera adecuada y gratuita.

Pues bien, en mi última visita, la propietaria me quiso transmitir, que aquello era un baldío, que no emplease más tiempo en ello, que quería cubrirlo todo de 'aptemia', y por lo tanto debería empezar a arrancar todo lo que había (a excepción, menos mal de los árboles). Además debería cavar alrededor de los árboles y formar los alcorques de tierra desnuda.

Mis preguntas son; ¿desde que punto de vista es más agradable la monotonía, que la variedad? ¿y como se ve más bonito un suelo desnudo y removido, que uno lleno de vegetación, sea cuál sea esta?

Para bien o para mal me se de sobras las respuestas. De ellas deduzco que hay ideas, o prejuicios muy arraigados en las personas, que deciden, sin permitir a la persona realizarse ninguna pregunta y absteniéndose de la propia experiencia, que es lo que les gusta y lo que no. Tienen una idea de lo que debería ser un jardín, probablemente teniendo en cuenta los gustos y formas de otras personas, además de sus juicios de valor: 'que pensarán los vecinos si ven esto así, tan descuidado..'

En fin, para gustos los colores, podría ser una adecuada frase para esta situación. Sin embargo, a mi me toca en lo más profundo por el simple hecho de que no estamos tratando con cuadros, estátuas ni ladrillos caravista, sino con seres vivos, con unas necesidades equiparables a las nuestras hasta un nivel tal, que pocas personas pueden llegar a conocer.

19 de diciembre de 2007

ORIENTE Y OCCIDENTE vistos por Osho

ORIENTE Y OCCIDENTE: MASA Y LEVADURA

Tu condicionamiento te ha dado la idea de una sola vida. La idea cristiana, la idea judaica, la idea musulmana - todas ellas arraigadas en el concepto judío de que hay una sola vida- han dado a Occidente una tremenda locura por la prisa. Todo tiene que hacerse con una prisa tal, que no eres capaz de disfrutar con ello y no puedes hacer nada con entera perfección. Más o menos consigues hacer algo y corres hacia otra cosa.

El hombre occidental ha estado viviendo bajo un concepto erróneo. Esto ha creado tanta tensión en la mente de la gente, que nunca pueden estar en paz en ningún sitio; están siempre yendo de un lado a otro y siempre preocupados porque uno no sabe cuándo va a venir el final. Antes del final, uno quiere hacerlo todo. Pero el resultado es justo lo contrario; no se puede ni siquiera llegar a hacer las cosas con gracia, de forma bella, perfecta.

Sus vidas están tan ensombrecidas por la muerte que no pueden vivir alegremente. Todo lo que trae alegría parece ser una pérdida de tiempo. Simplemente no pueden sentarse una hora en silencio, porque la mente dice, «¿Por qué estás perdiendo el tiempo? Podrías haber hecho esto, podrías haber hecho lo otro».

Es por ese concepto de una sola vida por lo que la idea de meditación nunca surgió en Occidente. La meditación necesita una mente muy relajada, sin prisa, sin preocupación. Sin ningún sitio a donde ir... sólo disfrutando, momento a momento, de lo que venga.

En Oriente, la meditación estaba destinada a ser descubierta. Justamente debido a la idea de la vida eterna, puedes relajarte. Puedes relajarte sin ningún miedo, puedes disfrutar, tocar tu flauta; puedes bailar y cantar tu canción; puedes disfrutar de la salida y de la puesta del sol. Puedes disfrutar toda tu vida. No sólo eso, puedes disfrutar incluso muriendo, porque la muerte también es una experiencia grande, quizás la experiencia más grande en la vida. Es un «crescendo».

En el concepto occidental, la muerte es el final de la vida. En el concepto oriental, la muerte es sólo un hermoso incidente en la larga procesión de la vida; habrá muchas, muchas muertes. Cada muerte es la culminación de tu vida antes de que otra vida empiece, bajo otra forma, otra etiqueta, otra consciencia. Tú no estás desa-pareciemdo; simplemente estás cambiando de casa.

Me estoy acordando de Mulla Nasrudin. Un ladrón entró en su casa. Mulla estaba durmiendo, no de verdad, sólo con los ojos cerrados, medio abriéndolos y viendo lo que el ladrón estaba haciendo. Pero él no creía que se debiera interferir en el trabajo de la gente. El ladrón no estaba interfiriendo en su sueño, ¿por qué tenía él que interferir en su profesión? ¡Que hiciera lo que tuviera que hacer!

El ladrón estaba un poco inquieto porque ese hombre parecía raro. Mientras vaciaba la casa, a veces algo se le caía de las manos con estrépito, pero Mulla permanecía completamente dormido. Una sospecha apareció en la mente del ladrón: que esta clase de sueño sólo es posible si el hombre está despierto. «¡Qué hombre tan extraño! No dice nada ¡Estoy vaciándole la casa entera!»

Todos los muebles estaban afuera, todas las almohadas estaban afuera, todo lo que había en la casa estaba fuera.

Y cuando el ladrón estaba recogiendo todo, atándolo para llevárselo a casa de repente sintió: «Alguien me está siguiendo». Miró hacia atrás; era el mismo hombre que estaba dormido. El dijo, «¿Por qué me estás siguiendo?

Mulla respondió, «No, yo no te sigo; estamos cambiando de casa. Lo has cogido todo. ¿Qué voy a hacer en esta casa? O sea que yo también voy contigo».

Este «irse por lo fácil» es el camino oriental; incluso con la muerte, Oriente se ha apegado a la idea... solamente un cambio de casa.

El ladrón estaba preocupado, dijo: «Perdóname, toma tus cosas».

Mulla dijo: «No, no es necesario. También yo pensaba en cambiarme de casa, ésta está casi en ruinas. No se puede tener peor casa que ésta. Y, de todos modos, soy un hombre muy perezoso. Necesito que alguien me cuide y tú te lo has llevado todo. ¿Por qué me dejas aquí?».

El ladrón se asustó... había estado robando toda su vida, nunca se había cruzado con un hombre así. Dijo: «Puedes coger tus cosas».

Mulla contestó: «No, no cambiaremos nada. Tendrás que llevarte las cosas; en caso contrario, iré a la policía. Me estoy portando como un caballero, no te estoy llamando ladrón, solamente eres un hombre que me está ayudando a cambiar de casa».

No hay prisa, por tanto tu idea de una vida corta es una idea peligrosa. Por eso aunque Oriente sea muy pobre, no existe la deses-peración, no hay angustia. Occidente es rico, pero la riqueza no ha aportado nada a su espiritualidad ni a su crecimiento; todo lo contrario, Occidente se encuentra muy tenso. Tendría que estar más relajado; posee todas las comodidades de la vida.

Pero el problema fundamental es que, en lo más profundo, Occidente sabe que la vida es muy corta; estamos haciendo cola y a cada momento nos acercamos más a la muerte. Desde que nacemos, empezamos el viaje hacia la tumba. En cada momento la vida se acorta, se vuelve más y más corta. Esto crea una tensión, una angustia, una ansiedad. Todas las comodidades, todos los lujos, todas las riquezas, pierden el sentido, porque no puedes llevártelas al más allá contigo. Tendrás que ir hacia la muerte solo.

Oriente está relajado. Primero: no da ninguna importancia a la muerte; es solamente un cambio de forma. Segundo: por estar tan relajado te vuelves consciente de tus riquezas interiores, que se irán contigo incluso más allá de la vida. La muerte no puede llevárselas.

La muerte puede coger todo lo que está fuera de ti y si no has hecho crecer tu ser interior, naturalmente existirá el miedo a no poder salvar nada de la muerte, a que se lleve todo lo que tengas. Pero si has hecho crecer tu ser interior, si has encontrado paz, éxtasis, silencio, alegría -que no dependen de nada exterior- si has encontrado el jardín de tu ser y has visto las flores en tu propia consciencia, la cuestión del miedo a la muerte no aparece.

Otra vez te digo, recuerda sólo una cosa: tú eres un ser inmortal. Ahora mismo ésa no es tu experiencia, puedes aceptarlo como una hipótesis. No como una creencia, sino como una hipótesis con la cual puedes experimentar.

No quiero que nadie acepte nada de mí como una creencia, sino sólo como una hipótesis. Porque yo conozco la verdad de ello, no necesito forzar ninguna creencia, ni fe en ti. Conociendo la verdad puedo decirte, «Es simplemente un experimento, una hipótesis temporal», porque sé con certeza que si experimentas, tus hipótesis se convertirán en tu propio saber, no en una creencia, ni en fe, sino en certeza. Y sólo la certeza puede salvarte. Las creencias son barcos hechos de papel.

Uno no debería pensar que puede cruzar el océano de la Existencia en un barco hecho de papel.

Necesitas una certeza... no una creencia, pero una verdad que sea experimentada por ti mismo. No una verdad de otro, sino la tuya propia. Entonces es una delicia el ir hacia lo desconocido, hacia el inexplorado océano; es una tremenda excitación y éxtasis.

Osho: El Futuro de Oro. Tarde del 27 de abril de 1987