10 de mayo de 2009

¿PARA QUÉ?

Estuve la semana pasada por Fuentealbilla, el pueblo donde nacieron mis padres, y cuál fue mi sorpresa al ver lo que habían hecho con el arbolado de la rambla. Creo recordar que lo primero que vi 'podado' - si es que a convertir los árboles en percheros urbanos, se le puede llamar podar- fue un álamo, por la fuente de 'la Maja', pero cuando continué hacia la verbena y vi el hermoso olmo autóctono, y superviviente a la catástrofe de la grafiosis que ha tumbado casi el 100% de la población de esta especie en España, no pude mas que hacerme cargo de la ineptitud en materia de convivencia con el medio, que todavía nos embarga, sobretodo cuando tomamos decisiones que afectan a la comunidad.

Cuando comenté con una amiga el hecho, y después de compartir con ella opiniones acerca de la inconveniencia del tratamiento que se aplicó a todo árbol adulto de buen porte por toda la rambla, llegó a mis oídos el posible móvil de esta suerte de atentado: la salud de los alérgicos al polen.

Bien, yo soy alérgico al polen, al polvo, a la humedad, al pelo de animal y asmático. Pero tengo dos opciones, pago unos cuantos millones de euros a un grupo investigador de la Nasa, para que me construya una cápsula móvil y flotante que me aisle de todos esos peligros mucosos, o aprendo a convivir con mi enfermedad y con el medio que me rodea. En mi trabajo hay polvo y hay polen, en mi casa también, cuando voy al campo de excursión también hay de todo esto, e incluso tengo una gata (a la cual no he esquilado).

Luego se me ocurrió la otra opción de peso, que podía andar detrás de este asunto: la pasta. El 'técnico' que para realizar su marketing particular asesora a los 'cabezas públicas' y les convence de que la opción más costosa (y que casualmente ofrece su empresa), es la realmente adecuada para el caso.



Por último otra razón, que por vanal y trasnochada no deja de tener un peso considerable en muchas de las decisiones grupales de cualquier índole: la inercia conceptual. Me imagino al respetable y experto podador de árboles frutales (no ornamentales) de toda la vida, asesorando mediante su dilatada experiencia, a las cuadrillas de poda sobre cómo obtener el mayor rendimiento de frutos de falso plátano (llamados coloquialmente madroños), semillas de acacia, de olmo y de chopo. Así es como se ha hecho siempre, y como los árboles están mas sanos - dirá, seguro de hacer bien su trabajo. Pero lo que no dirá, porque seguramente ni siquiera se haya parado a pensar nunca en ello, es que los árboles frutales tienen una vida útil productiva, tras la cual se les suele transformar en leña.

Llegados a este punto, e intentando poner soluciones a este desconcierto, barajé estas y otras posibilidades y elaboré un plan sencillo, un pequeño listado donde explicar por qué no repetir este tipo de actuaciones:

- Un árbol que no se poda se desarrolla de forma natural, con una estructura firme, ordenada y resistente. El resultado es un menor peligro de caída de ramas, o del propio ejemplar en condiciones climáticas adversas.

- No deben podarse ramas de un diámetro superior a 5 cm, en un árbol maduro, y en ningún caso se debe realizar una extracción de más del 40-50% de su estructura aérea (ramaje u hojas), para evitar el peligro de pudriciones y decaimiento general por exceso de desgaste energético, al tratar de reemplazar la estructura perdida.

- Un árbol que es tratado con naturalidad, provee al ser humano de múltiples beneficios: oxigenación, control de la polución ambiental, sombra, armonía estética,.. Pero un árbol maltratado se convierte en un elemento discordante e impredecible, que puede acarrear problemas de diversa índole a los que conviven con él.

Recuerdo que hace unos meses me regocijaba al ver las esbeltas formas de los chopos en la rambla, cómo bailaba la infinidad de hojas con el viento, y como parecían transformar una calle en una habitación acojedora, cálidamente sombría. Esto quizás se repita dentro de unos años, pero no era necesario esperar tanto tiempo.

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