28 de enero de 2008

VIVIR EN PAZ

No necesitas ser más fuerte. Una persona fuerte, entendiendo fuerza como la capacidad de actuar con contundencia, de remontar rápidamente tras un golpe, sin aprender nada, y sin atender a la duda ni a la excusa de otras personas. La medida de esa fuerza es proporcional a su vacío. Está alejandose de su propio conocimiento, por tanto de su razón para existir. No es raro que estas personas se pregunten sin hallar la respuesta, para qué sirve vivir. Suelen hallar constantemente falsos caminos que los conducen al odio, al miedo, al tedio, a la inmovilización.

Cuanto más desesperada sea la propia situación, y más consciente sea uno mismo de ella, más oportunidades de hallar verdades propias para uno mismo, conocimiento, razones de peso para la existencia. Por tanto, ¿para qué sirve temer al infortunio, si es una oportunidad?

Si te despistas, es una buena señal. Significa que el programa social para el que has sido moldeado (en favor del servilismo improductivo hacia otras personas desbordadas por el poder y la riqueza) está fallando en tí, y tienes la oportunidad de servirte a tí mismo para ayudarte a crecer, y a los demás para ayudarlos a crecer.

Haz el amor porque haciéndolo es fácil entender cómo dando lo mejor de tí recibes lo mejor de la otra persona.



Olvida las metas. Sólo sirven para frustrarte, y otra vez, para alimentar el servilismo y el consumo compulsivo (es fácil ver a poco que indagues, lo limitado que es el mundo sin amor y en consumismo).

27 de enero de 2008

CULTIVANDO ENTRE LAS MALAS HIERBAS

Este título hace referencia a un trabajo realizado por Masanobu Fukuoka que plantea una forma totalmente dierente de concebir la agricultura, y que ha sido fuente de inspiración para muchos que han visto en su forma de trabajar la inspiración de alguien que observa, de alguien que corprende y actúa en consecuencia. Curiosamente asegura obtener unos rendimientos por superficie en sus cosechas de cereales y cítricos, muy superiores a los de cualquier agricultor convencional de su mismo ámbito de actuación. Su agricultura se basa en el principio del no hacer, partiendo de la premisa que los procesos naturales son perfectos, y la alianza del hombre con éstos reportará mayores satisfacciones, que su lucha contra ellos.

Muchos tipos de malas hierbas crecen junto con el centeno y el trébol en estos campos. La paja de arroz que se esparció sobre estos campos el pasado otoño ya se ha descompuesto en rico humus. Este campo producirá cerca de 5.800 kg de centeno por hectárea. Ayer, cuando el profesor Kawase, una prominente autoridad en pastos, y el profesor Hiroe, que está investigando sobre variedades antiguas de plantas cultivadas, vieron la bella capa de abono verde y centeno sobre mis campos, la elogiaron como si fuera una maravillosa obra de arte.

El agricultor local que había esperado ver mis campos cubiertos de hierba, se sorprendió al encontrar al centeno creciendo tan vigorosamente entre las muchas otras plantas. Expertos y técnicos también han venido aquí, han visto las malas hierbas, y se han ido moviendo sus cabezas asombrados. Hace veinte años, cuando estaba promoviendo el uso de la cobertura permanente del suelo en vergeles, no se veía una sola brizna de hierba en los campos o en los vergeles a lo largo de todo el país.

Viendo vergeles de frutales como el mío, la gente empezó a entender que los árboles frutales podían crecer muy bien entre las malas hierbas y el césped. Hoy en día, las plantaciones de frutales con cobertura de hierba son comunes en todo Japón, y aquellas sin cobertura de hierba se han convertido en la excepción. Es lo mismo para los campos de cereal. El arroz, la cebada y el centeno pueden ser cultivados con éxito en campos cubiertos con malas hierbas y trébol durante todo el año.

Permitidme repetir con mayor detalle el programa anual de siembra y cosecha de estos campos. A principios de octubre, antes de la coshecha del arroz, se siembran a voleo entre los tallos en maduración del arroz, trébol blanco y las variedades de crecimiento rápido de cereal de invierno. El trébol blanco se siembra a razón de 4.5 Kg/Ha; los cereales de invierno a razón de 30-60 Kg/Ha. Para agricultores inexpertos o en campos con suelo pobre y duro, es más seguro aumentar al comienzo la cantidad de semilla. A medida que el suelo mejora con la descomposición de la paja y el abono verde, y el agricultor está maás familiarizado con el método de siembra directa sin laboreo, puede ser reducida la cantidad de semilla.

El trébol y el centeno o la cebada ya han germinado y crecido 4 ó 5 cm cuando el arroz ya está listo para ser cosechado. Durante la cosecha de arroz, las jóvenes plantas son pisoteadas por los segadores, pero se recuperan en muy poco tiempo. Cuando se finaliza el desgranado de la espiga se esparce sobre el campo la paja y las cascarillas de arroz. Si el arroz se siembra en otoño y se deja sin cubrir, las semillas son a menudo comidas por ratones y pájaros, o a veces se pudren en el suelo, por lo que yo recubro las semillas de arroz con una capa de arcilla antes de sembrarlas. Las semillas se ponene en un recipiente liso o en una cesta y se agitan con un movimiento circular. Se espolvorea arcilla finamente triturada sobre ellas y se añade, de vez en cuando, una fina pulverización de agua. Así se forman unas pequeñas bolitas de cerca de 1cm de diámetro. Hay otro método para hacer las bolitas. Primero se sumerge en agua durante varias horas la simiente descascarillada del arroz. Las semillas son posteriormente removidas y mezcladas con arcilla humedecida, amasándolas con las manos o los pies. (Ver
nendo dango en el buscador)

Entonces la arcilla se pasa a través de una tela metálica para separarla en pequeños terrones. Los terrones deben dejarse secar durante uno o dos días hasta que puedan ser redondeados en forma de bolitas entre las palmas de las manos. Idealmente suele haber una semilla por bolita. En un día es posible hacer suficientes bolitas para sembrar algunas hectáreas. Dependiendo de las condiciones, a veces también recubro con arcilla, formando bolitas las semillas de otros cereales y hortalizas antes de sembrarlas. Entre mediados de noviembre y mediados de diciembre es una buena fecha para sembrar a voleo, entre las jóvenes plantas de cebada o centeno, las bolitas conteniendo las semillas de arroz, también pueden sembrarse en primavera. (El arroz se siembra en dosis de 20 a 40 Kg/Ha. Hacia finales de abril el señor Fukuoka revisa la germinación de la semilla sembrada en otoño y esparce más bolitas de semilla si es necesario).

Luego se esparce una delgada capa de gallinaza sobre el campo para ayudar a descomponer la paja de arroz que habíamos esparcido, completando así la siembra anual. En mayo cuando se cosecha el cereal de invierno y después del trillado, se esparce sobre el campo toda la paja resultante. Entonces permito que el agua permanezca inundando el campo durante una semana o diez días, lo que origina el debilitamiento de las malas hierbas y el trébol, y permite que el arroz germine a través de la paja. El agua de lluvia es suficiente para cubrir las necesidades de las plantas durante junio y julio; en agosto se riega el campo alrededor de una vez por semana, sin permitir que el agua permanezca estancada. La cosecha de otoño está ahora aproximándose.

Este es el ciclo anual del cultivo de arroz/cereal de invierno siguiendo mi método natural. La siembra y la cosecha siguen tan de cerca el modelo natural, que podrían considerarse mejor como un proceso natural que como una técnica agrícola. El agricultor solamente necesita una o dos horas para sembrar y esparcir la paja sobre 1000 m². Con excepción del trabajo de la coshecha, el cereal de invierno puede cultivarse por una sola persona, y dos o tres personas pueden hacer todo el trabajo necesario para cultivar un campo de arroz utilizando solamente las herramientas tradicionales japonesas.

Probablemente no hay método más fácil y más simple de cultivar cereales. Implica poco más que sembrar a voleo y esparcir la paja, pero he necesitado cerca de treinta años para alcanzar esa simplicidad. Este método de agricultura ha evolucionado de acuerdo con las condiciones naturales de las islas japonesas, pero creo que la agricultura natural puede ser también aplicada en otras área y al cultivo de otras plantas nativas. En áreas donde el agua no es disponible con tanta facilidad pueden cultivarse, como ejemplo, arroz de montaña y otros cereales tales como el trigo sarraceno, sorgo o mijo. En vez de trébol blanco, pueden utilizarse otras variedaddes de trébol, alfalfa, vezas o altramuz. La agricultura natural toma una forma distintiva de acuerdo con las condiciones únicas del área en la cual es aplicada.

Haciendo la transición a este tipo de agricultura, puede ser necesario algo de desherbaje al principio, así como compostaje o poda, pero estas medidas deben ser reducidas gradualmente cada año. Realmente, no es la técnica de cultivo el factor más importante, sino la posición mental que adopte el agricultor.

Fragmento del libro: THE ONE-STRAW REVOLUTION. AN INTRODUCTION TO NATURAL FARMING publ. por RODALE PRESS 1978.

Algunas directrices

Como ya hemos dicho, no entendemos la jardinería natural como un estilo concreto de hacer jardinería, sino como una actitud, abierta a múltiples formas de actuar. Aquí vamos a presentar algunas de nuestras líneas de trabajo, en favor de aproximarnos al conocimiento y la expresión de la naturaleza:



NUESTRA ENERGÍA Y NUESTRO ESFUERZO

van preferentemente encaminados a conseguir esa aproxiamción a lo natural, y no a mantener conceptos estéticos muy concretos y carentes de viabilidad ecológica. Así no forzaremos de forma artificial, a una planta que se ha colocado porque tiene una carácterística concreta (una bonita floración, unas hojas espectaculares, o una determinada tonalidad,..etc.), que no se muestre en todo su esplendor, bien por característica abióticas (falta de luz, de riqueza en el sustrato,..) o bien por que esté siendo continuamente atacada por plagas.

En ese caso es prefible para nosotros, cambiar nuestro esquema estético, y emplear nuestro esfuerzo en buscar alternativas a esa planta, que seguir obcecados, tratando de naturalizarla en un nicho ecológico que no le es favorable. Parece algo sencillo, incluso 'de lógica', pero es muy frecuente que se nos pida tener lantanasen plena floración, en invierno y frente a una puerta de entrada umbría, o un arriate monoespecífico de 15 m², sin ni siquiera una mordida de caracol en una hoja.

Algunas casas de productos ´fitosanitarios nos pueden vender que esos milagrosexisten, pero no pueden informarnos de la contrapartida del uso indiscriminado de éstos. Casi podría asegurar que en la misma medida que los usuarios conociesen de manera íntegra las diferencias entre el uso y el no uso de ellos, descendería la venta de estos.



¿POR QUÉ A MENUDO CREEMOS SABER MÁS DE LA PLANTA QUE ELLA MISMA?

¿Acaso el racionalismo llega en ocasiones hasta tal punto de insenstez, que se es capaz de razonar que un ser que no habla, que no tiene un cerebro, está menguado para desempeñar su papel fundamental que es vivir al máximo de sus capacidades? ¿Nosotros le vamos a enseñar a la planta a vivir bien? Seamos cuerdos. Si a una planta se le caen hojas, no es porque haya que podarla; 'pobrecita, no debe saber como generar su propia estructura, menos mal que tenemos unas tijeras para ayudarla'. La poda es innecesaria. O mejor dicho, a veces es necesaria cuando una planta ya se ha podado con anterioridad, o cuando se quiere forzar un comportamiento determinado o una ubicación inadecuada. O en casos más extremos, cuando está siendo fuertemente atacada por algún tipo de plaga, o ha quedado debilitada en exceso por, probablemente, alguna mala práctica que se ha llevado a cabo. Pero tengamos muy presente, no nos hagan creer lo contrario, menos aún sin argumento alguno, que la poda es totalmente artificial. No para dejar su práctica de lado, sino para utilizarla convenientemente, no a lo loco.



¿QUÉ ES UN ALCORQUE?

¿Cuál es su función? A la hora de plantear una nueva plantación de árboles o arbustos, o de realizar una labor de limpieza, de escarda, se nos pide el alcorque alrededor de cada una de las plantitas como si fuese un carnet de identidad de buenos jardineros. Pero muchas veces nos preguntamos si esas personas realmente saben por qué se construyen esos alcorques y para qué sirven. Sospechamos que simplemente asocian la perfección del círculo trazado, con experiencia jardineril, y ven realizado su deseo de poner orden en el muchas veces mal llamado caos natural. Nosotros, reacios al 'hacer por que siempre se ha hecho así', instamos al usuario a preguntarse si es siempre la opción más bella, o la más funcional.



Para nosotros el alcorque es una práctica agrícola tradicional, mayormente utilizada en el cultivo en producción de árboles frutales, con el fin de evitar problemas en el riego 'a manta'. También llamado riego por inundación, es un sistema que se ha ido dejando de lado por la inclusión de los sistemas de riego a presión, y que en ocasiones provocaba la pudrición del cuello del árbol por el contacto prolongado con el agua. Para evitar ese contacto se formaban pequeños montones de tierra que rodeaban en forma de círculo el tronco (los alcorques).

También se utilizan en las plantaciones forestales y en las restauraciones paisajísticas, con el fin contrario, acumular el agua de riego cuando se preveen largos periodos secos, en climas con lluvias estacionales (en este caso se riega dentro del alcorque).

Una vez aclarada la naturaleza de esta práctica, nos preguntamos si cabe su ejecución (como en ocasiones nos han pedido), dentro de arriates, rebosantes de vegetación y con riego programado.

Siempre decimos que 'para gustos los colores', sin embargo, es nuestra labor presentar alternativas, para evitar comportamientos y prácticas robotizadas, que en pocas ocasiones conducen a resultados interesantes, y que en muchas incurren en gasto innecesario de recursos económicos.



TUTORES ¿SON NECESARIOS?

Como solemos hacer con muchas de las prácticas generales relacionadas con las plantas, vamos a preguntarnos qué es un tutor. Para qué sirve.

Un tutor no es más que un palo vertical que trata de reforzar la función estructural del tronco del árbol joven, para que crezca vertical. Entonces, cabe preguntarnos como en otra ocasión: ¿los árboles nos necesitan? ¿Cómo han podido sobrevivir durante millones de años hasta nuestra llegada?



Bien, bromas a parte, el uso de tutores se ha generalizado en agricultura para garantizar que los árboles en producción (cuidados con celo como a los propios hijos), creciesen rectos y no compitiesen entre ellos por los recursos. Esto se hizo necesario con la selección de variedades cada vez más productivas, y a la vez menos resistentes en muchas aspectos, debido a la simple lógica de asignación de recursos (lo que va a engordar el fruto, no va a reforzar la estructura leñosa). También el injerto, que no deja de ser un artilugio concebido por el hombre, contribuye a aumentar el desorden interno y externo en la estructura del árbol, llevando al límite su temple natural frente a las acciones meteorológicas (viento, nieve,..etc).

Bien, nosotros no vamos ahora a cuestionar entonces su uso generalizado en agricultura, al menos en la agricultura convencional actual, donde el árbol es un mero factor productivo; que no ha perdido a los ojos del agricultor ‘moderno’ su condición de ser vivo, gracias a que aún es capaz de ponerle en más de un aprieto económico, debido precisamente a su condición. Pero,…, en jardinería, ¿cuál es la indiosincrasia del tutor?

Jardinería = a reproducción de la naturaleza = a realce de los valores estéticos ≠ USO DE TUTOR.

Ahora, vamos a ponernos en la piel de un alcalde ‘tal’ de la ciudad o población ‘cual’, que ha decidido muy altruistamente invertir, parte del presupuesto aportado por el ciudadano, en mejorar la calidad ambiental de la ciudad donde todos ellos residen. Y quiere, por supuesto que de su actuación, quede constancia en los anales, como una de las mejores de los últimos tiempos. Vamos, que al menos hasta que pasen elecciones, los árboles que él ha mandado plantar van a estar en perfecto estado de salud, y además rectos como soldaditos de plomo, no vaya a ser que alguien haga analogía de una rama apical doblada, con su propia virilidad.

Al menos ha demostrado que se ha gastado el dinero, que es casi un ‘hombre del año’. Los árboles rectos y altos como lanzas (aunque no tengan ni una rama lateral de más de 15 cm, y su edad sea de apenas dos o tres savias). Pero se ven, que es lo importante.

Que sea necesario incluir un tutor. A resultas de que cuando empiece el crecimiento a la primavera siguiente, se halle tan desequilibrado en su estructura, que tienda a compensar, lanzando ramas en todas las direcciones, cargadas de hojas nuevas. Esto, debido un aumento de peso desmedido en un escaso intervalo de tiempo, pone en aprietos la resistencia de las fibras a fatigas y desgarros. Esto no es importante.

Que el tutor propiamente dicho, viene a ser a un árbol, como una ‘muleta’ a un ser humano, es decir, un síntoma de rotura o debilidad de salud. Eso no es importante.

Que la capacidad estética de esos árboles ‘concebidos para ser altos’ sea dudosa, al menos durante varios años desde su transplante, y si no se llevan a cabo cuidadosas podas de formación cada año (que no se suelen llegar ni a plantear, porque el presupuesto de ejecución casi no tiene límites, pero el de mantenimiento, puede caber muchas veces en una caja de zapatos). Eso no es importante.

Que al ser árboles debilitados por haber sido forzados en su crecimiento, tienen las defensas mermadas, y se muestran en muchas ocasiones seriamente afectados por patógenos. Eso no es importante.

En fin, podría seguir, pero basta con una pequeña conclusión: ¿hasta donde queremos competir? ¿Incluso en los aspectos más lúdicos, subjetivos y sensitivos de la vida? ¿Cómo nos va a transmitir belleza, serenidad, conocimiento, inquietud,.., una planta que ha sido literalmente transformada en un palo, que ha sido mermada, encasillada para entrar en un mercado, que exige producción agrícola incluso en la ornamentación?

Para que un árbol nos transmita su mensaje íntegro, solamente hay que sembrar una semilla y esperar a que nos muestre de lo que es capaz. Nada más.

13 de enero de 2008

En busca de una jardinería más sana




TENIENDO EN CUENTA EL PRINCIPIO: NO HACER NADA ES LA PERFECCIÓN, LA EXPRESIÓN PURA DE LA NATURALEZA, QUE ES AL FIN Y AL CABO EL MOTOR DE CUALQUIER JARDÍN, NO TENDRÍA SENTIDO NI SIQUIERA PLANTAR O SEMBRAR NADA.

PERO EL CONCEPTO DE JARDÍN TRADICIONAL IMPLICA LA ACTUACIÓN HUMANA EN ACUERDO A FAVORECER POR EJEMPLO LA ESTÉTICA, LA COMODIDAD, LA FUNCIONALIDAD,...

ENTRE NO HACER ABSOLUTAMENTE NADA Y AHOGAR CUALQUIER PROCESO NATURAL HAY MUCHOS PUNTOS INTERMEDIOS. EN CUALQUIERA DE ELLOS PODEMOS SITUAR NUESTRA JARDINERÍA, ACTUANDO DESDE LA CONSCIENCIA NATURAL, PERO APROXIMÁNDONOS A LOS CRITERIOS QUE MOTIVAN LA JARDINERÍA ACTUAL.

Nuestro papel a la hora de afrontar un jardín tiene más que ver con un OBSERVADOR que como un organizador o director. Esto es así porque desde nuestro punto de vista un director sólamente es capaz de dialogar con personas, no con otros seres. A consecuencia de ello, al intentar dirigir por ejemplo, a plantas, lo hace desde una figura meramente impositiva. No hay acuerdos, no hay entendimiento entre las partes. Así no hay intercambio de conocimientos, y el conocimiento del medio por parte del director se ve sesgado.

Al observarlo, lo conocemos, lo entendemos. Al entenderlo lo respetamos. Al respetarlo los procesos naturales tienen lugar. Los procesos naturales son perfectos, tienen un mayor potencial de generar belleza, equilibrio, salud, sintonía o bienestar espiritual, que cualquier subyugación estilística antrópica. Pues nosotros, aunque en ocasiones lo creamos así, no alimentamos, no damos vida y no damos un por qué a la existencia de estos seres vivos. La naturaleza sí, por tanto la dejamos actuar.

No somos jardineros, si este concepto se entiende como aquel profesional que lleva años peleando con las plantas. Aquel que lo deja todo limpio de plagas, las plantas en forma de farolas o pirámides, en los mejores casos, o en forma de mondadientes en los peores.

Avisamos de antemano que para nosotros una superficie uniforme creada a base de una sola especie (en las más ocasiones son repeticiones clónicas por estaquillado del mismo código genético), no tiene justificación ni desde el punto de vista funcional, ni económico, ni tan siquiera estético.

Que nada que no haya sido producido de manera artificial entra ni sale de nuestros jardines. Esto viene a ser que no entran venenos, ni abonos (que son venenos de lenta intoxicación). Ni salen hojas, ni otros restos de cualquier tipo fuera de la superficie viva del jardín, siempre por supuesto, que no quede comprometido de manera insalvable cualquiera de los CRITERIOS MOTIVADORES.

Nuestra experiencia nos muestra que es una pérdida de dinero para el cliente, de tiempo para nosotros (y en consecuencia para el cliente), y de recursos energéticos, ese trasiego general de 'hojas para afuera', y 'abonos para adentro', cuando las hojas precisamente son el único e insustituible abono que las plantas necesitan para crecer y vivir. Al menos de una forma saludable, es decir, sin floraciones extenuantes ni crecimientos vigorosos, que por otro lado favorecen la 'metamorfosis' de insecto-habitante a insecto-plaga. Esto último, por supuesto, motiva una actuación 'venenos para adentro' eficaz y certera.

Otorgamos un mayor peso a criterios de salubridad REAL que a los puramente estéticos. Y planteamos la siguiente pregunta a nuestros clientes:

¿Que planta es más sana? ¿Aquella que tiene una hoja amarilla, dos hojas marchitas, y una masticada por un insecto, e incluso restos de las deyecciones de éste, pero que no ha sido tratada con ningún producto artificial?

¿O esa otra que está perfectamente verde, erguida y no tiene ni rastro de haber sido atacada por insecto alguno, pero que está siendo tratada con insecticidas, nematocidas y un abono foliar?¿Si les obligaran a tragarse una hoja de una de ellas, cual elegirían? Nosotros, formados académicamente sobre tratamientos fitosanitarios y sobre los productos que se utilizan, lo tendríamos claro.

¿Para que intoxicar aún más mi hábitat personal?¿Acaso no ingerimos, inhalamos y percibimos ya bastante toxicidad?
En este punto las respuestas son dispares, siempre hay quién antepone los criterios estéticos, o los heredados del saber popular o de sus propias experiencias que desmontan nuestras directrices. No hay forma de luchar contra ello. El cambio solamente se da en el aprendizaje personal de cada uno.

¿Que personas pueden tener acceso a una jardinería natural?

En principio cualquier persona que tenga la oportunidad de disponer de un terreno adecuado para su implantación, o de un jardín ya consolidado.
En la práctica:

todas aquellas personas con una predisposición a vivir una nueva experiencia con su medio más cercano.

las que puedan percibir el jardín como si se tratase de un ser vivo, que nace, crece, expresandose en la apertura primaveral y el recogimiento invernal, enferma, renace, cambia, pero en muy raras ocasiones muere. Aquellos que no lo ven como si de una cortina, o una mesa se tratase que para bien o para mal siempre se muestran igual. O como mucho, más envejecidas por el paso del tiempo.

aquellas que sean capaces de disfrutar tanto la frustración como el logro, de ver que una planta no crece, se marchita, pero al lado otra se muestra en todo su esplendor.

en definitiva personas con un corazón abierto a la vida y a la experiencia.

Nuestras actuaciones, como ya hemos mencionado se basan en la OBSERVACIÓN de los procesos naturales que ocurren en el jardín, y actuamos en favor de los objetivos estéticos, funcionales, perceptivos, interfiriendo lo menos posible en los procesos naturales. Esto lo conseguimos planeando la distribución del jardín de la forma más parecida a la 'inteligencia natural'. Esto es por ejemplo, no ubicando plantas que necesiten abundante luz para vegetar bien, en zonas umbrías, o no plantando especies que necesiten un amplio espacio para su desarrollo normal (no nos vale machacarlas luego con podas innecesarias), en lugares inadecuados. Eligiendo especies robustas, esto es que soportan bien los rigores del clima mediterráneo, en el que, aunque muchos lo olviden frecuentemente, estamos ubicados.

No podamos porque 'hay que podar'. El criterio agronómico-productivo que nos indica las podas a efectuar para obtener el máximo rendimiento en fruta, al menor coste operativo (por ejemplo formando árboles chaparros para poder alcanzar las frutas), NO VALE EN NUESTRA JARDINERÍA, ni tampoco el saber tradicional que a nuestro entender queda difuso entre esas prácticas agrícolas que hemos comentado.

Nuestro criterio de valor estético no tiene fundamentos mentales-sociológicos de agrupación por masas. Por ejemplo, para nosotros, no es más bonito un bloque monoespecífico, monocromo, que una mezcla de formas, colores y tonalidades. Por lo tanto, si establecer un monoespecífico compromete aspectos como la salud de las propias plantas integrantes, el coste de mantenimiento, la estética a lo largo de toda la temporada, etc., no cabrá su implantación.

Un jardín no está vivo al 100% si no se escuchan pájaros cerca, acuden insectos o caracoles, o cualquier otro animalillo. Luchar contra ellos como si se tratase de invasores de 'mi espacio' nos parece una actitud cuanto menos primitiva.



Un jardín natural, por lo general, es más barato de implantar, de transformar y de mantener. Y no es tanto una técnica de trabajo, como una actitud mental por parte tanto de los que lo trabajan, como de los que viven próximos a él.

Para nosotros un jardín no es un problema que hay que resolver de la forma que dé el menor trabajo posible (entendiendo este trabajo como 'limpieza de hojas secas', podas y tratamiento fitosanitarios), y al menor precio posible (aunque luego las plantas se mueran). Sino un lugar donde nosotros disfrutamos interactuando, observando toda la gama de matices que nos ofrezca, tanto como los que vivan él.

¿Quién se anima a iniciar uno?